¿Cuánto Comer?
Esta milenaria pregunta ha estado presente en la mente de los seres humanos desde que aparecimos en el planeta. Probablemente somos de los pocos seres que comemos no sólo por necesidad, sino por otras miles de razones, las cuales muchas veces nos llevan a comer de más…o de menos.
La respuesta a esta pregunta se complica aún más porque somos seres muy fluctuantes. Es decir, hay veces que hacemos más actividad física y nos da más hambre; o vamos a la playa y nos hinchamos un poco y nos da menos hambre o se nos antojan sólo alimentos frescos; o hace frío y tendemos a comer alimentos más calóricos; o nos enojamos o ponemos felices y eso en algunos casos afecta la elección de los alimentos; o como mujeres en nuestro ciclo podemos comer entre 300-500 kcal. más una semana antes que se presente la luna llena, ya que nuestra hormona progesterona está en su nivel más alto y que, valga la redundancia, promueve la gestación (pro-gesterona), prepara a la mujer para un probable embarazo, etc.
De esta forma, no sería natural comer diariamente lo mismo. Entonces, ¿cuánto comer?
La mejor respuesta la describieron ya los yoguis de la India antigua, se trata de un momento especial en cualquier comida en el que, si uno deja de ingerir alimentos en ese momento, podrá abandonar la mesa con más energía (prana) que con la que llegó antes de comer.
Entonces: “retírate de la mesa con más energía que con la que llegaste”. A esto se le llama “punto de energía”, en el cual un bocado más es mucha comida (y te vas a quedar pesado y adormilado) y un bocado menos te puedes quedar con hambre (cosa que también está mal).
Para encontrar este “punto de energía” obviamente debes comer lento, ya que de lo contrario, de repente te vas a encontrar o muy lleno o vas a parar de comer antes de estar satisfecho. Encontrarlo requiere de mucha atención y honestidad contigo mismo. Además hay otros obstáculos, ya que la vida nos presenta una diversidad inmensa de platillos y alimentos que no sabemos cómo nos van a hacer sentir. Por ejemplo, hay veces en que los guisados tienen más grasa y es más difícil encontrar hasta que punto hay que comer (no es lo mismo comer un pollito asado en tu casa que unos chilaquiles con frijolitos refritos en una Primera Comunión, aunque sea la misma cantidad, el sentimiento en el cuerpo es muy diferente).
Encontrar este punto de energía es una maravilla porque de esta forma puedes salir “ileso” de cualquier reunión y a la vez disfrutar mucho todo el evento. Finalmente, para eso es la comida, ¡para celebrar! Si sólo fuera para nutrirnos, no tendríamos la cantidad tan extraordinaria que tenemos de papilas gustativas. Sin embargo, sí es necesario actuar con sabiduría y ver a los alimentos con mucho respecto. Piensa en la última vez que sobrepasaste tu punto de energía, ¿cómo te sentías?, ¿cuánto tiempo tuvo que pasar para que te “recuperas” y más específicamente recuperaras tu “conciencia”?.
Comer en exceso es una especie de droga que te adormila y te hace sentir que no te puedes mover por alrededor de 2 horas y es literalmente tiempo de vida que pierdes…dejas de estar aquí y ahora.
Encontrar tu “punto de energía” te permite, como ya mencioné, tener más energía después de comer. La comida te debe dar energía, no quitártela. De esta forma, después de comer puedes hacer excelentes negocios en plena conciencia, puedes llegar a tu trabajo y estar lúcido (no semi-despierto hasta que el café más o menos haga que regreses), puedes jugar con tus hijos con tus plenas capacidades, puedes ir a clases en la universidad sin perderte la primera hora, puedes ir a un museo y ver los cuadros concientemente, etc.
Los invito a experimentar estas palabras en su propio cuerpo.
¡Mucho éxito!